Adrián Prieto Murcia
VIERNES DE DOLORES, 8 DE ABRIL
Las puertas de la pequeña ermita dieciochesca lleva horas abierta en un trasiego constante de gentes que quieren contemplar a la Dolorosa antes de partir a la Arciprestal. El recorrido de su antaño Solemne Translado, hoy multitudinaria procesión popular, se ve alterado por las obras de la antigua sede del Círculo Católico, habrá de cambiar su itinerario y es llevada por primera vez, al menos eso se deduce de las crónicas, por las calles de Ntra. Sra. de las Nieves y la Calle Nueva, desembocando en la plaza del Rosario, donde espera la Archicofradía del mismo nombre, con las puertas abiertas del eremitorio y tañendo la campana en señal de respeto y gozo. Al llegar a San Martín, una multitud aguarda la entrada de la Dolorosa, sucediéndose los vivas y los aplausos. En el interior del templo abarrotado se entonan solemnemente los Cantos de la Pasión.
SÁBADO DE PASIÓN, 16 DE ABRIL
Los Nazarenos de Cristo aguardan frente a las puertas de la Arciprestal para revivir, como cada año, este ascenso por las calles con más solera de Callosa hacia el Santuario de Ntro. Señor San Roque, que representa su subida al calvario. La cruz cubierta por el lienzo blanco, y la extraordinaria compostura de sus nazarenos, toman la interminable cuesta hasta encontrase frente a frente con la Puerta Sagrada.
En la plaza del Eremitorio se cumple de nuevo ese voto de confraternidad entre ambas hermandades. El Cristo de los Moraos, reconocible por su lienzo de pureza añil, encaminará las calles angostas y serpenteantes que conducen hacia la ermita de la Dolorosa, donde se guarda y se venera.
DOMINGO DE RAMOS, 17 DE ABRIL
Como cada año la maravillosa imagen del Triunfante espera a las puertas de la Parroquial de San José. El Párroco, investido de los ornamentos rojos, propios de este día, bendice las extraordinarias palmas blancas, las rizadas de gran labor artesanal, las lisas altas y espigadas, y varios ramos de olivo. Es él, como mandan las rúbricas, junto al Consejo Pastoral, quien abrirá esta procesión litúrgica. Es sin duda esta la estación de penitencia más colorida y festiva entre las que tienen lugar en nuestra ciudad, representando quizá la antesala de la Pascua, y donde los más pequeños comienzan su andadura cofrade. En la plaza de la Reina Sofía, se unen al cortejo algunos miembros del Patronato de la Pasión, escenificando la entrada triunfal en Jerusalén. Al llegar a la Arciprestal, se vuelve todo un revuelo de blancas palmas entre los vítores y hosannas que reciben a Aquel, que viene a entregarse al mundo.
La tarde presenta una espectativa triste e insospechada. Muchos medios de comunicación, se han hecho eco de un penoso suceso, y son más de los que acostumbramos a ver. La incomprensión humana y la falta de Amor Fraterno han desembocado en una situación, cuanto menos, esperpéntica. La Dolorosa, imagen señera y popularísima en nuestra ciudad, ha sido desprovista de su elegante trono de plata que realizaran, como magistralmente suelen hacer, los Talleres Orovio de la Torre. Los porqués de esta situación, nos deben hacer replantearnos lo que somos como cofrades, lo que queremos ser como dirigentes de un grupo de fieles que es ante todo sobre todo, cristiano. Quiera Dios que estos hechos nos hagan recapacitar, y que algún día, antepongamos nuestra fe a nuestros intereses. Solo añadir, que aquí, como en todo, en el pecado llevamos la penitencia.
Por la imposibilidad de hacerlo desde su ermita, la imagen de la Dolorosa, esperaba en la plaza del Rosario junto a su cortejo para acudir al multitudinario encuentro con su Hijo. Estaba portada sobre el trono de madera dorada que comenzara a realizar José Noguera Valverde y, que a causa de su fallecimiento, terminaran sus hijos en 1980. Lucía la toca de sobremanto realizada en hilo de oro que se rescatara de la sacrílega quema antes de la contienda civil.
Sublime e imponente, asciende la antigua calle de la Corte, Jesús del Perdón, precedido por su cortejo. Será en la plaza de España donde tendrá lugar este año, y por vez primera, el ansiado abrazo entre la Madre y el Hijo.Tras las reverencias y alzas, se inciensan ambas imágenes, y esta vez es la Madre la que cede el paso para dejar avanzar al Hijo, entre aplausos y abrazos.
Comienza el cortejo de la procesión vespertina con la banda de la Junta Central. La primera cofradía será la de Santa María Magdalena, en la que destaca su banda de clarines y timbales, que sólo posee esta cofradía en nuestra ciudad, las costaleras portan a Jesús del Perdón, única imagen cristífera en la Procesión de las Mantillas; le sucede la fabulosa talla de la Magdalena que realizara el maestro Pinazo. Le sigue la cofradía de las Santas Marías, Salomé y Cleofás, que en los últimos años están realizando un auténtico esfuerzo en aumentar su valioso patrimonio, y que se ve recompensado en la proporción de sus nazarenos. Tras ellas, la cofradía de San Juan Evangelista, en la que cabe reseñar la incorporación del trono insignia en el que figuran un águila, símbolo tetramórfico de este evangelista junto a unos pergaminos, sustentado en un pequeño pero maravilloso trono de plata, tras los nazarenos, la portentosa imagen del Amado sosteniendo, como le es propio, la palma blanca. La banda de cornetas y tambores de los Santos Juanes de Catral, que ostenta la dignidad de ser Hermana Mayor de Honor de esta Junta Central, precede a las mantillas. Un número de mujeres altamente acrecentado en los últimos años, ataviadas de la singular mantilla española anteceden a la Dolorosa, que camina sobre los pasos de sus costaleros.Tras el recorrido, como es costumbre, Ntra. Sra. de los Dolores asciende de nuevo hasta la Plaza de España, donde resonarán de nuevo los acordes del Himno Nacional.
LUNES SANTO, 18 DE ABRIL
Los Hermanos de la Venerable Orden Tercera, celebran su acto de culto en la Arciprestal de San Martín, desde la que realizarán el piadoso Via Crucis con el Cristo de las VII Palabras, que por su recogimiento y sencillez tanto se identificaron los seglares de San Francisco. Este acto que desde antiguo, con distinta estructura pero con un mismo carisma ha sido fuente del catecismo más esencial, y núcleo primogéneo de nuestras procesiones pasionales.
La lluvia, que llevaba amenazando toda la tarde-noche del Lunes Santo hizo que la procesión de San Pedro, instaurada el año anterior por la Hermandad de los Moraos retrasara su salida desde la ermita de los Dolores, al menos una hora. La climatología hizo que el numeroso grupo de gente que expectante aguardaba su comienzo, se disolviera en cierto grado, lo que no le quitó solemnidad, quizá la cubrió de mayor recogimiento. Esta estación de penitencia, que tendría en su recorrido tres paradas: la Arciprestal, le ermita del Rosario y la de los Dolores, hizo en cada una de ellas una dramatización de las tres negaciones que el Príncipe de los Apóstoles esgrimiera la noche de Pascua.
MARTES SANTO, 19 DE ABRIL
La iglesia parroquial de San José vuelve a abrir sus puertas para los nazarenos glaucos. Cristo vuelve a caer en el Barrio Lucas, y sus numerosos nazarenos harán de Cirineo hasta llegar a la Arciprestal. Sobrecoge su paso por la calle Pío XII, donde puede observarse la verde y penitente marcha que carga la cruz. Se vuelve esta estación de penitencia una de las que con más solemnidad abarca nuestras calles. Convertido este martes en un autentico auto de fe, anónimo, pero muy personal, que bien puede representarse en la multitud de hermanos que caminan descalzos y en el seguimiento que acompaña al Cristo al que se le une todo su barrio.
MIÉRCOLES SANTO, 20 DE ABRIL
Será de nuevo la banda de la Junta Central la que tendrá el honor de abrir el cortejo de la Procesión de las Insignias. Tras ella, la Hermandad del Silencio, en la que destaca el tercio infantil, con numerosos niños, tras los nazarenos, el misterio de la Oración en el Huerto, en la que sobrecoge la figura angélica que conforta a Cristo, y que le señala su inexorable destino, representado en un cáliz dorado sobre la palmera, símbolo del martirio, que junto a la extensión de las alas del mensajero y el olivo, acrecientan su verticalidad, los discípulos durmientes subrayan la soledad de Jesús. Le sigue la cofradía del Ecce Homo, con su estandarte y sus banderines. Siguen observandose en esta cofradía el atuendo de las mujeres nazarenas que guarda en color y estética semejanza con los utilizados por los varones, pero invirtiendo la cromática de los tejidos y destacando el velo de tul blanco que tanto les caracteriza. El Cristo de la Flagelación, con sus áureas y extensas potencias abarca toda la vista, junto a él los sayones que tanto miedo infundían en los más pequeños.Tras otro tramo de nazarenos hallamos la figura del Cristo del Ecce Homo, conocido como el Señor de la Cañica, y que es sin duda la imagen que aún en su espléndido patetismo iconográfico mejor representa la majestad de Cristo, que con tanto esmero realizara el maestro Ponsoda. Le sigue la cofradía de Nuestro Padre Jesús. Suenan los sones de una banda de cornetas y tambores que tras el trabajo de muchos años ha conseguido ser emblema patente del saber hacer, ya no de su cofradía si no de nuestra propia ciudad, y que con gran esfuerzo se han convertido en un referente a nivel autonómico. La única pega es que a un servidor, le fascinaría verlos tras su Cristo, lo que sería sin duda un precioso marco para su arte. Multitud de nazarenos alumbran a Ntro. P. Jesús, cuya imagen, como siempre es sobrecogedora, tras él, la Madre de la Amargura, con su extraordinaria mirada verde, envuelta en un trono plateado que nos recuerda al barroco andaluz.Tras ella, la Hermandad de los Moraos nos desvela, un año más, la maravilla de su patrimonio escultórico salido de las manos de los maestros Hernández y Liza, pero sublimándolo todo a su ascetismo y sobriedad. Destaca además de su uniformidad, en la que hasta el calzado está estrictamente reglado, el atronador sonido de su banda de timbales y tambores que hacen maestría de la percusión y solemnidad del estruendo. Le sigue la cofradía de las VII Palabras, que avanzan firmemente y paso a paso, con su propio carisma, por la senda cofrade, el Crucificado de la Expiración se ha vuelto horizontal, siendo así un igual para todos, y por ello es portado sobre el más sobrio trono que pudiera dar un hombre, su propio hombro. Finalmente cierra el cortejo la cofradía de la Santa Cruz, cuya directiva ha decidido este año procesionar la imagen del Cristo de la Agonía tan sólo Viernes Santo, tal y como lo llevaban haciendo desde mediados del siglo pasado. No obstante una numerosa representación de los costaleros abre tramo junto a la Cruz Guía, tras ellos, los nazarenos, con su artístico cirio. Finalmente, el monumental trono neobarroco de la Virgen de las Angustias, que forma un todo con a la Señora, el Cristo de las Penas, que yace en sus brazos y la Cruz Triunfal, tras ella, tal como la concibiera en 1954 el maestro Noguera.
JUEVES SANTO, 21 DE ABRIL
En este día, tras la cuarentena de ornamentos morados, veremos de nuevo al sacerdote celebrar de blanco, dando un claro simbolismo litúrgico centrado en la Institución de la Eucaristía.Tras la celebración de la Pascua, el Santísimo será reservado en el Monumento, magistral obra de arte creada en los talleres Rabasa, que reconvierten la capilla de la Comunión envolviéndola en majestad para el Rey de Reyes.
Al anochecer, cuando todo esté a obscuras, y tan sólo se vislumbren los cirios y la candelería, la Esperanza comenzará a caminar por las calles de Callosa. En el frontal de sus respiraderos de plata hallamos la reliquia de nuestro protector, San Roque. La vertical de su palio, que a cada paso zarandea las bambalinas, bordea las angostas calles de la antigua Villa, tras el palio, los faroles de cola iluminan el manto que recuerda al tapiz camaronero que luce la Esperanza hispalense.
La Capilla de la Comunión abrirá sus puertas y de entre los devotos adoradores de Jesús Sacramentado comenzarán a andar los hermanos del Silencio, túnicas negras, cruz y cirio blancos. Recortada en un rojo de sangre, atraviesa los dinteles de la Arciprestal una cruz que parece ígnea en sus extremos. En ella hay un Silencio clamante y sobrecogedor, que delata en la expresión de su rostro la afirmación que produjera en el huerto, hágase tu voluntad y no la mía.
VIERNES SANTO, 22 DE ABRIL
Amanece Callosa entre Cantos de Pasión y rezos, junto al antiguo convento alcantarino de la Purísima. Desde la plaza de los Dolores otro cortejo se encamina, por calles distintas, hacia el Calvario. Tras las estaciones del Via Crucis, vuelve a contemplarse el secular encuentro entre las imágenes sagradas. Como he expresado en otras ocasiones no debieramos olvidarnos de esta ceremonia ancestral, engrandeciéndola y conservándola como una de las piedras angulares de nuestra tradición. De nuevo bajarán hasta la Arciprestal, envueltas entre los Cantos de la Pasión, y a su recogida, ante la Virgen de los Dolores, volverá a entonarse el Salve Virgen Dolorosa.
Al mediodía, los muros de San Martín muestran la imagen del Cristo de la Expiración, donde entre la meditación pasionaria y la prédica del Párroco, revivimos de nuevo los fundamentos del Sermón de lasVII Palabras. La magistral imponencia del pórtico gótico, el inmejorable marco de los muros de la Arciprestal, la sobriedad de los cofrades, la expresividad de la talla y el verbo de la prédica hacen que este acto resulte conmovedor. Al terminar, la imagen es de vuelta en solemne procesión a las manos de las Hermanas Carmelitas, que lo custodiarán un año más en su convento.
De nuevo, la celebración litúrgica, hoy, con el altar desnudo y los ornamentos rojos nos disponen a la veneración y adoración de la Santa Cruz.
La banda de la Junta Central encabeza la Procesión General del Viernes Santo. Avanza la Oración en el Huerto, que esconde un cáliz que Cristo habrá de beber.Tras ella, Jesús del Perdón, traicionado y con sus manos cautivas, y la Magdalena, que guarda en plata los aromas del sepelio. La Flagelación, acentúa la mirada de cristo que se pierde en el cielo, y el Ecce Homo, nos muestra al Rey verdadero envilecido por el hombre. Las Santas Marías, son la fidelidad maternal hecha recipiente de plata. San Juan, el amado, siempre leal, indica el camino que habrá de andar el Salvador. Con la cruz sobre sus hombros avanza N. P. Jesús, seguido de su amantísima madre, la Virgen de la Amargura. Tras ella, el Cristo de la Caída, que clama al cielo con su diestra.Avanza el Cristo del Madero, que ya ha marcado para siempre el alma de la Verónica, y en el Santo Calvario veremos como Cristo encomienda a su Madre, llena de Amor, al discípulo.Vuelve el Cristo de la Agonía a pasear por Callosa, más sencillo, y más sobrecogedor. La Virgen de las Angustias, aferrada a su hijo muerto pone un broche magistral al Viernes Santo.
SÁBADO SANTO, 23 DE ABRIL
Tras la recogida del Caballero Portaestandarte, D. Fernando Íñigo, que procede a encabezar la procesión con el pendón negro, se forma el cortejo con la participación de todas las cofradías. Comienza la Solemne Procesión del Santo Entierro. La matraca, que suena desde nuestra enredada torre, nos anuncia que hoy es un día de luto y sobriedad.
Tras el estandarte de la cofradía del Santo Sepulcro se enfilan dos hileras de hombres vestidos de traje, el trono insignia con el escudo de la cofradía y los elementos del sepelio es llevada por las angelicales manos de niños comulgantes que ostentan un lazo negro en señal de luto. Portado por sus costaleros es sacado el Yacente de la capilla de la Comunión a los sones del Toque de Oración de nuestro ejército.Tras él, el Párroco revestido con el pluvial negro.
Junto al estandarte de la cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad, una niña vestida a semejanza de la titular, antigua tradición que esta cofradía sigue manteniendo, y que vuelven a verse en otras dos niñas a lo largo del cortejo. Una multitud de mujeres, con su mantellina negra, algunas con peina de media teja, preceden a la imagen de la Soledad, vestida, como es costumbre, con espléndida sencillez. Le acompaña, como le es propio, nuestro Excmo. Ayuntamiento.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN, 24 DE ABRIL
Como cada año, comienza la procesión del Encuentro Glorioso en la capilla franciscana, encabezándola D. Fernando Íñigo, Caballero Por taestandarte, acompañado por el Pregonero D. Antonio Roca de Togores, en representación de la Cooperativa Eléctrica Callosina, y el Nazareno de Honor, D. David Marco.
Tras ellos, la junta directiva de la JCSS y todas las cofradías. Portada por los nazarenos de la cofradía de San Juan, La Purísima enlutada. A causa de las obras del antiguo Circulo Obrero, se translada el acto del encuentro a la plaza de España, cosa inusual, y que nunca se había realizado, a tenor de las crónicas que provienen al menos del siglo XIX. Bajo palio, Su Divina Majestad, Cristo Sacramentado, sale de las puertas de San Martín. Tras las reverencias, el Caballero quita el manto de luto, y la plaza se vuelve algarabía, aplausos, vítores y palmas. Ondea la Bandera Blanca que anuncia la esperada Pascua.
Tras la Eucaristía de la Resurrección, comienza la procesión del Resucitado. La cofradía de las Santas Marías otorga la participación de todos los cofrades callosinos convirtiendo su procesionar en un verdadero revuelo multicolor, que caracteriza la festividad de este día. La Madre del Amor Hermoso porta en sus manos un tallo de flores blancas, como símbolo inequívoco de la Pascua.
Sobre su saya, luce una preciosa cinturilla o fajín, bordado ricamente en hilo de oro, en el que se aprecian múltiples matices dorados, y que ha sido donado por una de sus fieles costaleras.
Dos hileras de numerosos cofrades del Ecce-Homo, enarbolando la bandera victoriosa anteceden a Cristo Resucitado que este año ha sido restaurado por las magistrales manos de D. Pascual Martínez, realzando la luminosidad de la talla. Los dos ángeles que custodian al Redentor son ornados con guirnaldas floreadas como homenaje al nuevo renacer que simboliza la pascua.
A las Puertas de la Arciprestal, y este año por vez primera en el interior de la plaza de España, Madre he Hijo protagonizan un esperado encuentro mientras se ondea, gloriosa, la bandera blanca de la Resurrección.
Este ha sido un año de destacables cambios en el recorrido, y en los lugares tradicionales de algunos de nuestros actos más señeros. Los constantes cambios que en los últimos años está sufriendo nuestro casco antiguo, nos han ido obligando a amoldarnos a nuevos espacios, a cambiar incluso ancestrales liturgias populares. No obstante, como callosinos, debemos sentir orgullo de la remodelación que la Callosa secular está viviendo, pues es por y para su propio bien.
Por último, felicitar a las hermandades y cofradías, que aun en estos tiempos inciertos no dejan de lado el mantenimiento de su excelente patrimonio, y que aún más, lo enriquecen en la medida de sus posibilidades. Pero que ante todo se saben poseedoras de un patrimonio intangible y glorioso, el de la Caridad. Los que sabemos de su aportación secreta, de su labor callada, de su predisposición a entregarse a los más débiles, que hoy son tantos, tal como lo hiciera Nuestro Señor; lo admiramos y lo agradecemos, pues es este uno de los fundamentos primeros que debe imperar en cualquier actividad religiosa.