¿Cómo no acordarme de aquel día en que volví a verte, después de tantos años? No creas mi amor que esas cosas se olvidan. Lucías tú, una clara noche de primavera, de estrellas que no mienten, de esas noches cadentes y misteriosas, que así te hacen gloriosa. Yo vestía de negro, riguroso luto de perdón, unos cuantos años menos y el corazón a medio escribir.
Ni siquiera podía imaginar que algún día fueras a fijarte en mí, en una penitente que se presentaba ante ti con una mantilla en la mano, unos tacones cansados y el rostro atontado por un ajetreado viaje.
Creí, al volverte a ver, que el nuestro estaba condenado a ser un amor de perfil, porque no me sentía con fuerza de aguantarte la mirada. Sólo tenía una vergüenza apocada y un viento que la esparcía por toda el alma.
¡Hubiera querido decirte tantas cosas! Que llevaba años deseándote, que porque haber esperado tanto, que ya va siendo hora amor, de darnos lo soñado, ….. pero solo me salieron arrullos de mansedumbre.
Empezaba entonces nuestra historia pequeña, la que sabemos tú y yo. “Pasa, hay sitio, coge la vela, cuanto tiempo sin verte” ………. y pasé. Me acomodé en uno de tus rincones en los que la vida transcurre lenta, a velocidad de óleo, dispuesta a peregrinar por tus calles oscuras y tenues. Entonces me propuse quererte, desde la fiebre que me consumía, desde el grueso de la muchedumbre que te ama, desde el silencio atronador de mis pulsos, desde la lágrima y el sobresalto. Y así fuimos creciendo, tú en tus cosas y yo… también en las tuyas.
Fue entonces cuando supe que había nacido de ti, que ya nada tendría sentido sin ti.
Me volví a llenar de esa paz que te envuelve, de esos olores soñados a azahar, a incienso, a color y a esperanza.
Nuestra historia de amor ya había resurgido y hoy nuestros lazos de Sierra Negra y de huerta fresca harían que jamas se perdieran
En ese instante mi amor, el día y la noche se cerraban, la luz y la oscuridad, el dolor y la alegría,….
Hoy, tras los años, tu y yo, tenemos tantos golpes que ni ya de píe cabemos en la muerte. Sin embargo y tras estos años, hoy me he dado cuenta que sigo amándote con la misma imprudencia de siempre, como si fueses solo mía, como si nadie más pudiera amarte como yo lo hago, sigo abrigando sentimientos tortuosos que siempre me llevan inevitablemente ante ti. Y ante ti estoy mi AMADA, mi CALLOSA, al igual que aquel otro día en el que el soplo de tu gracia golpeó mi rostro adormecido. He vuelto para quererte y para decírtelo pausadamente, masticando cada palabra y cada verso…..
Hoy Callosa me postro ante ti
Porque tu eres para mí la PASIÓN,
Eres SEMANA SANTA:
Soy Callosa, lo que queda de un abrazo
El vaivén de tibias manos en la cuna
Soy ese gozo que cabe en tu regazo
Cuando de niña le rezaba a la luna
Soy feliz porque te amo
Porque tú eres mi alma
Tu vas sembrando tramo a tramo
Mi sentir, mi vida, mi calma
Ilmo. Sr. Vicario Episcopal y sacerdotes, Ilmo. Sr. Alcalde y miembros corporación municipal, Sr. Presidente de la Junta Diocesana de Cofradías y Hermandades, Sr. Presidente de la Junta Central de Semana Santa, Sres. Presidentes de las Cofradías y Hermandades, Cargos de Honor, Sras. y Sres.
Callosinos, Cofrades, amigos todos. No podía comenzar este pregón sin esta declaración de amor a quien más debo, sin este tañir de sentimientos merecido a quien hoy más me ha dado y menos me ha pedido. A CALLOSA
¿Qué se le da a quien todo tiene?
¿Qué ofrecimiento se le hace a quien tanto regala…?
¿Qué te falta que yo tenga Callosa? ¿Qué puedo darte si todo lo que eres, es más de lo que soñar se puede?
¿Qué doy que no hayas dado ya?
Qué suerte, callosinas y callosinos. Qué suerte, Callosa, ser Callosa. Y que suerte, también, para esta pregonera estar en Callosa; tener a Callosa; y ser, durante unas horas, parte de su Semana Santa.
Hoy que faltan pocos días para que comience la melancolía, me asomo a este atril a contaros lo que vosotros sabeís mejor que yo ¡Qué osadía!. No habrán caído muchas lunas cuando ya la luz cadente de los atardeceres de primavera cachee las túnicas de los primeros capuchinos. Porque aquí sí son CAPUCHINOS.
Habiendo cerrado ya las puertas de la Cuaresma, el sol empieza a escribir en las azoteas sus lecciones de primavera.
Hoy, asomados a la cancela de esta primavera, que se me antoja una princesa caminando de puntillas, os llamo a lo mismo, a la costumbre, a la PASIÓN. Os llamo al plateado dolor de la PASIÓN, al somnoliento anochecer de la Oración del Huerto, a la roja cruz del Cristo del Silencio, a la cruz que cada vez pesa más de Nuestro Padre Jesús, a las lagrimas y puntillas de María Santísima de la Amargura, a la belleza de María Magdalena y los clavos del Cristo del Perdón, a los plateados brillos del cáliz de las Marías, al velo tenue del rostro del Ecce Homo a los arañazos del Cristo de la Caída, al atronador silencio de la Verónica, al baile cadencioso de los Moraos, al silencio pálido del Calvario, al encaje del manto de la Esperanza Macarena, a la juventud de San Juan, “el discípulo amado”, a la siliente misericordia del Cristo de la Agonía, de la Santa Cruz, al dolor gótico del Santo Sepulcro, al olor a vida, a primavera del rostro de Jesús Triunfante, a la angustia y amargura de la Dolorosa, a la mirada perdida de la Soledad.
En poco más de seis días, el tiempo empezará a ser descontable, justo cuando se echen a la calle las cofradías. Las calles ya se han peinado de idas y venidas, de madres ataviando capuchinos y caramelos, vestas nuevas y corazones. Las noches se adelantan con ensayos, con vaivenes de bailes y campanas que tintinean las venidas. Los comercios de cinta métrica y cartón han visto aglomerarse ante sus puertas la paciencia de la espera. Empieza ya a saber a incienso la Palabra, se empiezan a soñar capuchones en bandada sobre la penumbra de ceniza y cruza las esquinas la sombra de una pasión repetida.
En poco más de seis días, el capuchino volverá a su vértigo de soledad, a su encierro de tela, a su sueño de ojos entreabiertos. Es un llanto de lucero que expurga penas de cirio y velas, y penitencias de asfalto.
Pero yo en esta cadente noche os llamo ¡A LA GLORIA!.
Marchamos a la gloria por un camino de flores, blancas y amarillas con un abanicar de palmas y volveremos todos a ser niños asombrados ante la majestad de un Dios que ha bajado a vernos otra vez, al igual que aquellos años de aromas de vida recién estrenada. Empezamos a caminar con JESÚS TRIUNFANTE atravesando aires de primavera.
Una semana que empieza en un borrico y en Santo Sepulcro acaba.
Os llamo a la gloria, callosinos, a la gloria de una semana que cuenta el tiempo al revés.
Y tras la gloria el sueño
EL SUEÑO Y LOS AROMAS DEL HUERTO
Empiezan los sueños de los callosinos y crece la angustia, el presentimiento, la agonía… Permanecemos dormidos ante el mundo, mientras JESUS vive en soledad, sus silencios, y nosotros seguimos dormidos. Dormidos como los apóstoles del huerto. Dormidos ante aquellos que son paridos día a día a la intemperie, fantasmas de países desangrados que jamás son invitados a la gran fiesta de la humanidad. Ellos no van a verte. Hay tipos a los que comulgar les da acidez o le duelen los dientes al rezar. Y sin embargo para todos hay amor…. hay justicia.
¡Que mayor amor hay que la justicia! ¿Dónde está Señor la justicia para aquellos que mueren para llegar al norte, los que no tienen patria ni casa, ni silla?, ¿Dónde está señor para los que no tienen familia, para los que no tienen tumba? Si levantamos la piel al mar los veremos allá abajo, los veremos también en la soledad de un semáforo, en el rostro del miedo de una víctima del terrorismo, en los puños que apalean al indefenso, en las mujeres víctimas de agresiones, en los niños que crecen brutalmente tras la barbarie de un pederasta…….Allí es cuando más necesario eres.
A los católicos nos sienta bien la caridad. Pero como cristianos, convendría que buscáramos la justicia que no es lo mismo aunque tenga mucho que ver.
Y en este mundo de cuervos, tú representantes con imagen impecable el PERDÓN, representas
EL CRISTO DEL PERDÓN
Quiero contemplar con vosotros el pasar quebrado de esa imagen maniatada del Ecce Homo y del Cristo del Perdón, y quiero leer, a vuestro lado, y en la figura del Cristo, el mensaje de su Pasión. Desde la sombra que se inclina en el suelo, hasta la corona de espinas, leer:
Que nunca se pagó tan caro ningún rescate,
Que Jesús entregó su vida para nuestra Salvación,
Que nos rescató de la muerte para la vida
Que nunca el dolor de una Madre fue tan hondo,
Que nunca el mundo se estremeció como lo hizo entonces,
Que ningún clavo se hundió tan cruelmente,
Que jamás un inocente sufrió tanto ensañamiento,
Que ninguna lágrima ha vuelto a arder jamás con
Ese llanto inconsolable que se derramó al pie de la Cruz….
Y que nunca, nunca, tuvo tanto sentido la palabra PERDÓN.
Y las calles se visten de cadencia, de ritmo, de vaivenes, de arrastres,… de pena y aparece CRISTO,
CRISTO CAMINA POR CALLOSA
¿Por qué caminan los Cristos en Callosa?
Cuanto de inmortal y extremo se esconde en el lento avance de un crucificado que recorre nuestras calles con paso firme y verdadero, pero a la vez dulce y lleno de consuelo, de un hombre que agoniza sobre la cruz.
Cada vez que un Cristo camina por Callosa lo hace en hombros de sus costaleros y costaleras, todos sabemos que entonces así, y allí camina Dios, el mismo Dios hecho hombre. Cada vez que camina el CRISTO DEL SILENCIO
Qué cosa sino a Dios acertáis a ver cuando contempláis a Nuestro Padre Jesús alejarse calle abajo en una anochecida de primavera mientras el eco de una campana va marcando el ritmo de su paso.
Decidme sino es a Dios a quien veis cuando pasa el CRISTO DE LA CAIDA, el CRISTO DE LA AGONÍA, el CRISTO DE LA EXPIRACIÓN, el CRISTO DE LAS SIETE PALABRAS y derraman en el dulce anochecer su letanía de pasos contados bajo un cielo de vencejos que ponen música al silencio……
Y por más que miremos bajo un paso de Cristo y sepamos de los sufridos costaleros, a nosotros no nos engañamos
Te veo venir de lejos
Y no se si son tus ojos
Los que están mirando al cielo
O es el cielo que es tan viejo
Que le ha puesto a tu refugio
Una pena y un desvelo.
Y si estás muerto
¿Porqué te siento?
Si no vives
¿Quién me habla?
De quien son esas palabras
Que caídas de una cruz
Me cortan como un lamento
¿Eres Dios o eres madera?
¿Eres hombre, eres cualquiera?
¿O eres primavera?
Que Callosa a su manera
No ha dejado que muriera
No lo sé
¡Si yo supiera!
Sabría que hacer con mi pena
Con tu agonía
Tu quebranto
Y con el anhelo
Y la condena
De morirte siempre tanto
Y tras el Crucificado
LA VIRGEN
Y con ella el dolor y con el dolor……. LA VIDA
Esa Virgen que ante todo es madre que aparece bajo palio, que entristece a la mirada. Es virgen, la VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS que acompaña al destino y que llora y que sufre….. No lo puedo parar, esa imagen que se mece como si a su hijo quisiera acunar por más costaleras que le ayudasen a acabar su peregrinar.
Que es virgen y es Esperanza y que sale a pasear y se tintinea, es ESPERANZA MACARENA que llorosa espera un milagro, un milagro que ella sabe que no llega.
Hoy se aparece Dios en el relente de una noche llena, llena en Macarena.
Se me avivan los pulsos bruscamente
Y enloquecen a su paso por las venas
Voy contigo señora por la calle
Esperando el milagro y el asombro
Ceñiremos Callosa por el talle
Y a la luna el brazo por los hombros
Y ya siento tu puñal mi DOLOROSA, que me encoje el alma y el espíritú y sigo mirando al cielo y adorno mi mirada con estrellas.
Y tras el dolor la SOLEDAD, siento un peso en mi mirada, y siento Virgen tu tristeza…… Y siento eso SOLEDAD, virgen desamparada que tu hijo que ya es espíritu sigue vivo y no lo tocas. “Que me siento sola, que mi hijo ya no es carne, que no siento su mirada, que no huelo sus cabellos, que ya no puedo acariciar su cuerpo, que ya no te tengo”.
Y TODO ACABÓ, ACABÓ LA AGONÍA
Agonía que no acaba, agonía que se acerca, la agonía que llega envuelta en el crepúsculo de las flores rojas, sangre fresca. Es cristo que agoniza, es cristo reclinado que revienta.
Ya terminó tu dolor mi amado, y ya puedes reclinar la cabeza en una almohada y descansar de la agonía, ya sólo sientes nuestra mirada.
Ya tu paso se ha parado, ya no caminas por las calles. Ya solo te llevan en andas, ya solo miras a las estrellas
Y se abre el convento franciscano y se asoma por la puerta. Aparece la Virgen y su luto, aparece la Virgen cubierta. Va en andas y no se aguanta, va en andas y avanza, pero no va sola y sueña con el ENCUENTRO. Muchos acompañan su esperanza, muchos acompañan su lamento…… solo piensan que Dios no ha muerto.
Quítate el luto Virgen de ensueño, despierta que es mañana, que dicen que han visto a tu hijo y que han vuelto a sentir su mirada. Y esa Virgen ya no es negra y ese hombre la destapa porque Dios de nuevo camina, porque ha vuelto a la vida y no nos ha dado la espalda. Ya acompaña el hijo a la madre y ya la madre se ensalza porque su hijo frente e frente ya se inclina….. y la abraza.
Hoy mismo estallará Callosa en vísperas y la ciudad hablará de PREGÓN: en familia, entre amigos, entre cofrades….. Sed magnánimos callosinos, que se ha echado la noche a manivela y ahora ya soy una callosina de vuelta a casa. Es cuando pido al tiempo que pare, que necesito soñar, soñar que de veras he estado aquí, que de verás te he tenido para mí, CALLOSA.
Vine con lo que os tengo: amor, cariño y pasión. Vine con agradecimiento. Vine con emoción. Y vine con el propósito de haceros olvidar que, antes y en este atril, otros brillaron más que yo.
Sabré que he cumplido mi propósito, si me cambias mis palabras por una esquina de la Plaza de España para ver la procesión.
Me marcharé satisfecha si a cambio de estas cuartillas dejáis que uno de mis hombros se arrime a cualquier anda.
Que mi esfuerzo de silencio preste aliento al Cristo que agoniza por las calles. Porque quiero atravesar con vosotros las calles cruzadas por San Roque y por la Sierra y acompañaros a levantar el alma. Porque entonces el Cristo levanta la mirada y con ella y cruzando las estrellas llega hasta la montaña del Gólgota, en Tierra Santa.
Sabed calles que al Cristo acogeréis, que todas las lunas son vuestras, porque todas empiezan en Callosa.
Luna llena, luna ventana de plata que anuncia la llegada de la Semana Santa. Luna antesala del sol del siguiente día. Sol de luz callosita que renueva el mundo, que da vida a los campos, que despereza a las flores, que anuncia la vida.
Para mí es un orgullo saber que con estas palabras mías he podido contribuir a acercaros un poco más e estos días. Es hora ya de que descanse este PREGÓN. Que cesen las palabras y que corran los minutos, para que el tiempo avance un paso más hacia el color, hacia la esperanza.
Callosinas y callosinos, gracias por este regalo. Espero haber cumplido. En nombre de la Junta central de Semana Santa (a quien seguiré debiendo este honor toda mi vida) os pido que hagáis de ésta la mejor Semana Santa de la historia de Callosa
Muchas Gracias a todos.